La aventura del Samantha en UK

Frixos Demetriou era un hombre de negocios griego-chipriota que había tenido éxito a mediados de los años sesenta  con la construcción del casino de Chipre. Más tarde, llegó a Londres y creó el club de juegos Olímpicos de Queensway. En 1967, preocupado de que su licencia de  juegos de azar pudiera verse afectada por la legislación futura, decidió encontrar una empresa alternativa.

En un vuelo que hizo de Londres a Atenas en 1967, su avión fue desviado a Milán, y aparcado al lado de la carretera en  el aeropuerto, vio un extraño automóvil. Sus investigaciones revelaron que se trataba de un Fiat Vignale-Gamine, un gracioso y bello Roadster de época basado en el Fiat 500. La mente de Demetriou se puso a pensar en términos de asegurar los derechos del mercado mundial de este automóvil. El viaje de regreso lo realizó a través de Turín, donde aprovechó para ver todos los productos de la fábrica de carrocerías Vignale.

Allí se encontró con cuatro vehículos muy peculiares: dos coupés grandes, uno de líneas más cuadradas llamado “Eveline“ y otro más esbelto llamado “Samantha”. Un pequeño descapotable muy especial llamado “Gamine“ y la berlina “850 coupé y convertible”. Eran producidos en una fábrica construida especialmente por la compañía de Alfredo Vignale el cual  decidió construir por sí mismo sus propios coches, partiendo del diseño de otros fabricantes.

Frixos, que ya tenía visiones de ser un magnate del motor, se fue a toda marcha. Cuatro días más tarde, él y su asesor legal Ernest Huppert, estaban otra ven en suelo italiano con una inusual propuesta empresarial. Ellos no estaban acostumbrados a pensar en pequeño. Los dos preguntaron a Vignale si estaría dispuesto a vender una parte de la producción de sus modelos basados en modelos Fiat: Gamine (Fiat 500), 850 Especial (Fiat 850), Eveline (Fiat 124) y Samantha (Fiat 125). Demetriou sabía impresionar en una potencial relación comercial. Compró 200 vehículos sobre el terreno en efectivo y por adelantado, y con la garantía de comprar los siguienes seis meses de producción, siempre y cuando Vignale construyera los coches con volante a la derecha.

Y como si eso no fuera suficiente, con el mismo optimismo, la pareja firmó un contrato similar  con Francisco Lombardi para importar también a Reino Unido su 850 Coupé Gran Premio, basado en el fiat 850 y que fue presentado en el  salón del automóvil de Ginebra en 1968. La razón de todo esto era que Frixos pensaba que "ninguna fábrica escucharía una oferta a no ser que se hablase de cantidades de al menos 1.000 unidades. Además, añadió, "Yo quería ser capaz de obligar a incorporar un equipo especial para mi mercado en septiembre del  68".

Huppert se las ingenió para garantizar un stand en Salón de Earl's Court  y de este modo se dispuso a presentar con entusiasmo los cinco vehículos al público británico. El Gamine en particular, se dio un gran baño en los diarios de la época, principalmente a causa de la idea creada de que el coche era "sólo para mujeres”.
Por aquel entonces, las áreas de almacenamiento especialmente habilitadas cerca del club olímpico, parecían  un campo de refugiados de Fiat  con cientos de coches esperando pacientemente a los futuros propietarios. Frixos había invertido una fortuna y tenía que amortizar sus gastos. Según algunas estimaciones, había gastado hasta entonces en el proyecto  unas 500.000 libras esterlinas (una suma nada despreciable para la época), y  aún no había terminado. Demetriou apareció en la portada de la revista de coches “Car” de enero de 1969 con el titular “Conoce al expositor de coches deportivos menos entusiasta". La revista estaba sin duda impresionada por su conducta: era un hombre de pocas palabras, llevaba un abrigo y gafas oscuras  y representó su papel casi hasta el punto de ser una “caricatura”. Al parecer, no gozaba con la idea de que le fotografiaran.
Hubo muchos comentarios de prensa sobre estos coches deportivos italianos que buscaban clientes en virtud de su exclusivo y elegante diseño, pero la impresión general es  que eran caros.
El más barato fue el Gamine, 700 £,  los 850 Especial costaban 1.225 £, el Gran Premio de Lombardi 1.457 £, el Eveline 1.686 £ y… ¡2.211 £ el Samantha!

Esta fue la principal  razón por la que sólo se vendieron unos pocos. Para que nos hagamos una idea más clara, por el precio de un Samantha podríamos haber comprado en esa época:
 Un Fiat 125 (£ 1,125) y un 850 Coupé (£ 916)
 Un 124 coupé Fiat (£ 1,438) y un Especial 850 (£ 694)
 Cuatro Fiat 600 (£ 543 cada uno)
 Casi un cupé GTV 1750 (£ 2300)
 Un Lancia Fulvia Sport Zagato (£ 2124)
 Casi dos Lotus Cortinas (£ 1,188 cada uno)
 Y el golpe mortal, ¡un  Jaguar  4.2 E-type! (£ 2163)


El Gamine de dos plazas causó una gran risa; conocido como el coche bobo de moda, incluso Peter Bunn (propietario de un famoso night-club) poseía uno. Se ofrecía en todo tipo de colores llamativos, como Portobello Amarillo y Hollywood (una especie de verde menta).
                               
Publicidad de la época: Fiat-Vignale Gamine


Tanto el Fiat 850 coupé Vignale como el 85O Lombardi Grand Prix eran coches bonitos de ver, pero esto no fue suficiente para que se vendieran con facilidad. Del Lombardi se fabricaron aproximadamente 2.000 unidades.
    
Imágnes del Fiat 850 Vignale, coupé y convertible
        
 Publicidad de la época: Fiat 850 Vignale


Fiat 85O Lombardi Grand Prix   
    
 Publicidad de la época del Lombardi Grand Prix

 

El fiat 124  Eveline podría haber sido un buen coche y fue probablemente el más razonable -por precio- de la gama Fiat Vignale, pero carecía de un buen rendimiento.


Publicidad de la época: Fiat-Vignale 124 coupé Eveline




El Samantha era la joya de la gama Demetriou, con un seductor diseño sumado a una buena manejabilidad y un buen rendimiento.

  
Publicidad de la época para su venta en Reino Unido: Fiat 125 Coupé Samantha Vignale
 
Sin embargo, existían fallos en los detalles de acabado de estos coches: el sistema de calefacción era pobre y deficiente para desempañar,  la zona de visión trasera era  muy estrecha, el limpiaparabrisas no limpiaba la parte superior del  parabrisas. La única prueba de carretera de un Fiat Samantha Vignale fue llevada a cabo por la revista  “Motor” en 1969 y la lista de pequeños detalles del  Samantha  que no eran satisfactorios se daba también, en mayor o menor medida, en el resto de la gama.

Sin dejarse intimidar por las nubes de tormenta que se cernían sobre el horizonte, Frixos anunció sus intenciones de hacerse con una escudería de coches de carreras, para lo cual fueron contratados para la temporada 1968 un transportista y el conductor Nick Faure. Incluso se habló de la posibilidad de producir su propio coche basado en un Fiat en el Reino Unido a finales de 1969.

Sin embargo, los que habían comprado  un Fiat-Vignale de Frixos observaron como sus coches habían empezado a mostrar una marcada tendencia a la oxidación cuando se exponían  a la humedad, y los órganos de algunos Gamines fueron tan mal soldados al chasis que se produjeron  reclamaciones antes de que venciera la garantía. Esto dio lugar a otro problema: Frixos había acordado con Fiat en Italia que Fiat Reino Unido daría servicio a sus automóviles. Por desgracia,  nadie había informado a Fiat Reino Unido de este detalle,  lo que produjo un gran número de discusiones telefónicas.

La gran cantidad de coches almacenados en Reino Unido (algunas estimaciones hablan de 800 ejemplares), añadió más tensión al asunto  porque, simplemente, no se  estaban vendiendo. Tal vez 300 Gamines fueron vendidos en Gran Bretaña y aproximadamente 27  Samanthas. Pocos Evelines encontraron comprador y de las dos variantes de 850 sólo se vendieron un puñado de cada uno. La prensa especializada dio amplia cobertura a los diferentes modelos, y las quejas iban desde críticas menores como parabrisas demasiado pequeño o limpiaparabrisas con rendimiento mediocre, a la mala calidad de la pintura,  acabado ondulado de la chapa, etc.,  por no hablar de los precios astronómicos. Todo ello provocó que los posibles compradores se decantaran por Jaguar y Mini Cooper, en su lugar.

Y así fue como Frixos tuvo que afrontar la cruda realidad y antes de que pudiera cumplir "más fantasías”, se vio obligado a hacer un balance de la situación: cientos de coches almacenados en Reino Unido, la mayoría de ellos todavía en su poder y que tenían que hacer frente los derechos de aduana que se cernían sobre ellos.
Para la mayoría de la gente del negocio de automóviles de importación, esto habría significado la ruina. Afortunadamente, Demetrio era suficientemente rico para no verse afectado por ello. Su licencia de juego fue renovada y ya no necesitaba más un negocio alternativo.

Sin señales de un repunte en las ventas, Frixos tuvo que tomar una difícil decisión: en vez de perder una fortuna por el pago de impuestos, en 1970 finalmente optó por la re-exportación de los coches... a Chipre.
Según Larry Collier, Presidente del Club de Fiat Motor de Gran Bretaña, "más de 100 unidades de Fiat-Vignale de diferentes modelos llegaron a la isla en 1970”. Y una vez allí, fueron vendidos. A  los Gamine, el cambio les sentó muy bien en cuanto a ventas se refiere, debido a un clima seco mucho más adecuado que evitaba la oxidación prematura de su carrocería.

Sin embargo, si bien había logrado hacer malabarismos a través del Mediterráneo  para evitar cuantiosas pérdidas, a Frixos le esperaba una fatal cita con el destino. Apenas unos meses después de su regreso  a Chipre en 1970, tuvo un prematuro e increíble final: un tanque del ejército británico fuera de control aplastó a su Fiat-Vignale que se encontraba en ese momento estacionado con él en su interior. Otras fuentes hablan de un final distinto para Frixos: en el tipo de negocios en  que se movía, existía un riesgo escalofriante que debías aceptar, y es que, en cualquier momento podían aparecer unos matones y asesinarte. No era nada personal, sólo negocios. No se sabe si pudo existir algo de ironía por la elección de atropellarlo con un coche.

Por supuesto, este no es el final de la historia, porque muchos de los coches vendidos en Inglaterra por Frixos reaccionaron a la intemperie con tal vehemencia que después de un tiempo, los propietarios tuvieron que barrer los trozos y meterlos en las bolsas de plástico para tirarlas a la basura. Los que llegaron a Chipre aguantaron bastante mejor el paso del tiempo. Así terminó la breve existencia de estos exóticos coches importados por Frixos Demetriou. La suya fue una apuesta que no acabó de pagar.